miércoles, 3 de marzo de 2010

...ESENCIA DE LA MUJER BLANCA...

La mujer en nuestra tradición Europea, no surge de la necesidad de dar compañía al solitario hombre rey del paraíso. No surge de la costilla de Adán mientras él duerme, como una posesión más del hombre ni como su pertenencia dependiente. Surge simultánea y distinta, ambos habitan Midgard, ambos lo pueblan.
Ahí es donde surge la primera distinción entre la mujer europea y la judeocristiana, en su creación ocultada posteriormente por la cristianización de Europa, una persona que junto a otra y con igual origen y valía crean un pueblo, una raza. Distintos en sus atributos los cuales, precisamente, confieren así la posibilidad de creación y repoblación, de sucesión y supervivencia.
Partiendo de esta base, la espiritualidad de la mujer blanca viene dada por esta idiosincrasia marcada en la memoria histórica de cada cual, y en la colectiva de todo un pueblo, el pueblo blanco.
La mujer Blanca siempre se ha revelado contra esa imagen de la mujer sojuzgada por el poder del hombre de la tradición judeocristiana, porque no es su corriente natural de existir. La mujer blanca es luchadora, lucha por la supervivencia de su prole sabedora de la fuerza de un pueblo, y la fuerza de un pueblo estriba en su continuidad y la continuidad depende de la procreación y del cuidado de sus hijos y su desarrollo en los valores transmitidos por sus padres desde la infancia.




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